¿Por qué se dice que la Sangre de Cristo es la sangre de la nueva Alianza?
Se habla de Alianza Nueva. Esto quiere decir que había una Alianza Antigua . Si esto es así, primero ¿En qué consiste esa alianza?
Para responder a esto necesitamos retroceder 13 siglos antes de Cristo. Entonces nos encontramos con Moisés y los israelitas, a quienes Dios había sacado de la esclavitud de Egipto para hacerlos su pueblo, el pueblo de Dios. Esto lo llevó a cabo Dios por medio de una Alianza proclamada por Moisés, en el monte Sinaí (entre Palestina y Egipto).
A esa Alianza la llamamos Antigua Alianza.
Los que hacen una alianza se comprometen a algo. Dios le entregó a Moisés los "compromisos de esa alianza". Son los 10 mandamientos. La Sagrada Escritura nos dice cómo se hizo la Antigua Alianza: "Moisés volvió, convocó a las autoridades del pueblo y les expuso todo lo que había mandado el Señor. Todo el pueblo a una respondió: -haremos cuanto dice el Señor" (Ex 19, 7-8). Enseguida Moisés tomó el resto de la sangre y roció con ella al pueblo diciendo: "Esta es la sangre de la alianza que el Señor hace con ustedes" (Ex 24,8). En ese momento se selló la alianza entre Dios y los israelitas de las doce tribus, los cuales se convirtieron en el pueblo de Dios. Esto quiere decir que Dios toma de la mano al pueblo para conducirlo siempre. Y la Sagrada Escritura añade: "El pueblo contempló a Dios y comieron y bebieron".
Precisamente a esta Antigua Alianza, realizada en el desierto entre Dios y su pueblo, se está refiriendo Jesús la víspera de su muerte. Jesús, derramando su sangre en la cruz por todos los hombres, sella la Nueva Alianza entre Dios y los hombres. Esta alianza la hace Dios padre con Jesús, el hijo de Dios hecho hombre. El compromiso de Jesús fue cumplir siempre fielmente con amor de Hijo la voluntad de su Padre, Cristo siempre obedeció a su Padre hasta el extremo de morir por nosotros, los pecadores. Al resucitar el Padre a Cristo, da origen al pueblo de la Nueva Alianza, que tiene como origen a Cristo muerto y resucitado.
Jesús en la última cena, en la que instituye la Misa, hace ya partícipes a sacramentalmente de la Alianza Nueva que sellará con su muerte en la cruz y resurrección, a los apóstoles: Tomen y coman: esto es mi cuerpo que será entregado por ustedes... Tomen, beban, ésta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por todos los hombres para el perdón de los pecados.
La misa es volver a hacer la "Cena del Señor", que es es una cena de alianza. Como en el monte Sinaí, la Misa, celebración de la Nueva Alianza, comienza por la proclamación de la palabra de Dios. Y nosotros, después de escucharla, prometemos cumplirla, igual que en el monte Sinaí, también aquí, en la Misa, celebramos un sacrificio . En efecto, en la Misa el sacerdote repite las palabras de Jesús: "Esta es la Sangre de la Alianza", que son las mismas que ya había dicho Moisés. El sacrificio que se ofrece en la Misa es el sacrificio de Jesucristo. También en la misa hay un elemento de comunión ("comieron y bebieron"). Somos los invitados de Dios que nos llama a recibir el pan del cielo, el cuerpo y del Señor resucitado.
Conclusión: en cada misa nuestra resuenan tanto las palabras de Moisés, en el Sinaí, como en éstas de nuestro Señor: "Hagan esto en memoria mía". El sacrifico de Jesucristo, su Pascua, es decir, su paso de este mundo al Padre, es el núcleo del misterio pascual de Cristo y, por consiguiente, de la vida eterna. Precisamente por esta razón, el Concilio Vaticano II afirma que la Misa es el centro de la comunidad cristiana... la fuente y la cumbre de la vida cristiana.
Precisamente a esta Antigua Alianza, realizada en el desierto entre Dios y su pueblo, se está refiriendo Jesús la víspera de su muerte. Jesús, derramando su sangre en la cruz por todos los hombres, sella la Nueva Alianza entre Dios y los hombres. Esta alianza la hace Dios padre con Jesús, el hijo de Dios hecho hombre. El compromiso de Jesús fue cumplir siempre fielmente con amor de Hijo la voluntad de su Padre, Cristo siempre obedeció a su Padre hasta el extremo de morir por nosotros, los pecadores. Al resucitar el Padre a Cristo, da origen al pueblo de la Nueva Alianza, que tiene como origen a Cristo muerto y resucitado.
Jesús en la última cena, en la que instituye la Misa, hace ya partícipes a sacramentalmente de la Alianza Nueva que sellará con su muerte en la cruz y resurrección, a los apóstoles: Tomen y coman: esto es mi cuerpo que será entregado por ustedes... Tomen, beban, ésta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por ustedes y por todos los hombres para el perdón de los pecados.
La misa es volver a hacer la "Cena del Señor", que es es una cena de alianza. Como en el monte Sinaí, la Misa, celebración de la Nueva Alianza, comienza por la proclamación de la palabra de Dios. Y nosotros, después de escucharla, prometemos cumplirla, igual que en el monte Sinaí, también aquí, en la Misa, celebramos un sacrificio . En efecto, en la Misa el sacerdote repite las palabras de Jesús: "Esta es la Sangre de la Alianza", que son las mismas que ya había dicho Moisés. El sacrificio que se ofrece en la Misa es el sacrificio de Jesucristo. También en la misa hay un elemento de comunión ("comieron y bebieron"). Somos los invitados de Dios que nos llama a recibir el pan del cielo, el cuerpo y del Señor resucitado.
Conclusión: en cada misa nuestra resuenan tanto las palabras de Moisés, en el Sinaí, como en éstas de nuestro Señor: "Hagan esto en memoria mía". El sacrifico de Jesucristo, su Pascua, es decir, su paso de este mundo al Padre, es el núcleo del misterio pascual de Cristo y, por consiguiente, de la vida eterna. Precisamente por esta razón, el Concilio Vaticano II afirma que la Misa es el centro de la comunidad cristiana... la fuente y la cumbre de la vida cristiana.
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